A fines de 1997, redacciones y
corresponsales del mundo se alistaban para un acontecimiento que desde
el anuncio suscitaba un abanico tal de opiniones, que llevó a decir al
Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, que el encuentro que
vendría entre Fidel Castro y Karol Wojtyla, iba a ser como un “choque de
trenes” y nadie se lo quería perder.
El pueblo de Cuba bregaba con el único
acompañamiento de la inconmensurable solidaridad de los “pobres de la
tierra”, frente a los más desastrosos pronósticos, luego del derrumbe
del campo socialista y el ascenso de la utopía neoliberal. Solos,
solitos, los isleños habían aceptado el reto de defender las conquistas
de la Revolución.
Wojtyla, el Papa Juan Pablo II, cuyas
encíclicas sublimaban el tufillo del Consenso de Washington, podría ser
el humano y la autoridad eclesial que diera el empujón para la caída del
socialismo en Cuba, como le atribuían en Polonia, su tierra natal, y
otros lugares.
El llamado Papa Viajero había visto
correr mucha agua bajo los puentes, y sabía que el líder cubano le
dispensaría las mayores atenciones, como hizo el resto de la población,
pero que también sus metas y rumbos estaban tan diáfanos, que solo el
acercamiento respetuoso podría llevar a buen puerto una visita pastoral.
Así fue. No hubo tal “choque de trenes”.
Juan Pablo II y los obispos cubanos dijeron cuanto quisieron, en una
asombrosa democracia y libertad de culto que derrumbó muchos mitos, pero
el Obispo de Roma se ganó, entre los ultras y mafiosos miamenses, un
motete despectivo de “comunista”.
Juan Pablo II descendería del Airbus de
Alitalia, en La Habana, el 21 de enero de 1998 y departiría con
creyentes y no creyentes, hasta el 25 del propio mes para una visita
antecedida de una del líder cubano al Vaticano en noviembre de 1996.
Se dice, con la tautología propia de
Internet, que en el Vaticano se produjo un diálogo, no confirmado, que
marca una constante en las visitas posteriores de Benedicto XVI y
Francisco, respectivamente. El Pontífice habría propuesto a Fidel que
“Cuba se abriera al mundo y que el mundo se abriera a Cuba”, a lo que
Fidel recordó coloquialmente, el bloqueo que aún sufre la Isla por parte
de Estados Unidos.
Durante las misas en las ciudades de
Santa Clara, Camagüey, Santiago de Cuba y La Habana, en la Plaza de la
Revolución, ante miles de cubanos, Juan Pablo II, se refirió a un
concepto novedoso para la doctrina social de la Iglesia católica, y
fértil en tierra cubana: abogó por la “Globalización de la Solidaridad”.
El brasileño Frei Betto ha contado que,
después de la visita de Juan Pablo II, el teólogo italiano Giulio
Girardi, en un almuerzo con Fidel, comentó que consideraba excesivo que
el Papa presentara a la Virgen de la Caridad con una corona de oro. A lo
que Fidel reaccionó diciendo: “La Virgen de la Caridad no es sólo la
patrona de los católicos; es la patrona de Cuba”. (Sic.)
BENEDICTO XVI
Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, visitó
Cuba durante tres días, del 26 al 28 de marzo del 2012, 14 años después
que su antecesor, cuando los destinos de la Isla los conducía ya el
presidente Raúl Castro, quien lo recibió con los honores
correspondientes a su alta investidura en el aeropuerto de Santiago de
Cuba, procedente de México, donde celebró los 200 años de su
independencia y la de otros países latinoamericanos.
Raúl asistió a una misa papal en Santiago
de Cuba para festejar el 400 aniversario de la imagen de la Virgen de
la Caridad del Cobre, la santa patrona de Cuba, algo que para los
cubanos es de especial connotación, que fue el motivo pastoral. Luego el
Pontífice ofició una misa en La Habana y se reunió con el expresidente
Fidel Castro.
Era el penúltimo de sus veinticuatro
viajes internacionales, quién sabe si ya el Pontífice, a quien se le
veía cansado, pensaba en su renuncia. Él ha sido uno de los teólogos más
importantes del siglo XX, pero a pesar del entusiasmo de la población,
no tuvo la misma interacción con los cubanos que Juan Pablo II.
Sin embargo, algunas ideas que trasladó tuvieron gran valía, viniendo de su autoridad eclesial. Varias frases, así lo confirman.
– “Vengo a Cuba como peregrino de la caridad, para confirmar a mis hermanos en la fe y alentarles en la esperanza”.
– “En Cuba se han dado pasos
para que la Iglesia lleve a cabo su misión insoslayable de expresar
pública y abiertamente su fe. Es preciso seguir adelante y que los
creyentes ofrezcan una contribución a la edificación de la sociedad”.
– “Cuba y el mundo necesitan
cambios, pero estos se darán solo si cada uno está en condiciones de
preguntarse por la verdad y se decide a tomar el camino del amor,
sembrando reconciliación y fraternidad”.
– “Doy gracias a Dios, que me ha
permitido visitar esta hermosa isla, que tan profunda huella dejó en el
corazón de mi amado predecesor, el beato Juan Pablo II, cuando estuvo
en estas tierras como mensajero de la verdad y la esperanza”.
– “Pido a Nuestra Señora de la
Caridad del Cobre que proteja con su manto a todos los cubanos, los
sostenga en medio de las pruebas y les obtenga del Omnipotente la gracia
que más anhelan”.
– “Queridos hermanos, ante la
mirada de la Virgen de la Caridad del Cobre, deseo hacer un llamado para
que den nuevo vigor a su fe, para que vivan de Cristo y para Cristo, y
con las armas de la paz, el perdón y la comprensión, luchen para
construir una sociedad abierta y renovada, una sociedad mejor, más digna
del hombre, que refleje más la bondad de Dios”.
FRANCISCO
Está fresca la visita del Papa Francisco y
su agenda en la Isla, entre el 19 y el 22 de septiembre del 2015,
antecedida de su participación en el acercamiento entre Cuba y EE.UU.,
lo cual no pasó sin reflexión para la sensibilidad cubana, acostumbrada a
leer en varios sentidos. Hasta el itinerario del ejercicio pastoral,
que iba de la Isla hacia Norteamérica, daba pistas al enjundioso
parloteo callejero.
También el “mensajero de la misericordia”
habla nuestra lengua y la interacción prometía, dado que llegaban
noticias de Jorge Mario Bergoglio, usando palabras de pueblo y pidiendo a
la Iglesia ir a la búsqueda de las personas.
Así fue con los jóvenes, niños, enfermos…
y aún en el ritual de las misas que para el no católico, tienen cierta
complejidad. Sus palabras improvisadas iban consiguiendo en crescendo
afecto y admiración. Solo pensar que Francisco ha criticado el egoísmo
social, y aboga por la protección, tan postergada del medio ambiente,
necesariamente crea una rápida interacción, aunque se estuviese en una
misa multitudinaria o en una carretera esperando el paso de la caravana,
con el implacable verano de la Isla.
Se dice que unas mexicanas se preguntaban
“¿Qué tiene Cuba que en menos de 20 años la han visitado ya tres
Papas?”. Y, válida la interrogante, cuando apenas el 5 % de la población
de casi 12 millones de habitantes se declaran católicos, aunque el
cubano es un pueblo imbuido de religiosidad sincrética, en la que se
mezclan, espiritualidad de origen africano y tradiciones cristianas,
contextualizando la pluralidad cultural y religiosa más que cubana,
caribeña.
Algunas de las frases del Papa, eran repetidas por las personas en la Isla, y otras quedaron detrás de la trascendente visita.
– “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”.
– “Geográficamente, Cuba es un
archipiélago que mira hacia todos los caminos, con un valor
extraordinario como ‘llave’ entre el norte y el sur, entre el este y el
oeste. Su vocación natural es ser punto de encuentro.
– “Un joven que no es capaz de
soñar, está clausurado en sí mismo, está cerrado en sí mismo. Uno a
veces sueña cosas que nunca van a suceder, pero soñalas, desealas, busca
horizontes, abrite a cosas grandes”.
– “Hay servicios pastorales que
pueden ser más gratificantes desde el punto de vista humano, sin ser
malos ni mundanos, pero cuando uno busca en la preferencia interior al
más pequeño, al más abandonado, está sirviendo a Jesús de manera
superlativa”.
– “Generación tras generación,
día tras día, somos invitados a renovar nuestra fe. Somos invitados a
vivir la revolución de la ternura, como María”.
– “La familia nos salva de dos fenómenos actuales: la fragmentación (la división) y la masificación”.
Al referirse a Cuba, Roberto Pineda,
docente de la Universidad de El Salvador, ha señalado: “Miramos con
emoción y esperanza esta apuesta papal por volver a caminar con los
pueblos, desde donde y sólo desde donde podrá nacer la última y
definitiva esperanza contra el capitalismo y su devastación global”.
Esta reseña sucinta de tres visitas
papales a la Isla en 18 años solo apunta a que Cuba cambia y continúa
viviendo en el desafío infinito de alcanzar “toda la justicia”, sin que
la apuesta haya sido derrotada.
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