viernes, 5 de febrero de 2016

De cerca... ¿para quererte mejor?

Por: Daniela Guerrero

El magnetismo de imponer la última palabra sobre la vida de los demás, resulta uno de esos deliciosos bocadillos de morbo a los que muy pocos suelen resistirse. Sobran en este mundo los «gurús» de la familia, el éxito y el destino, dispuestos siempre a esclarecer dudas desde una perspectiva muy particular, y resueltos a demostrar que las equivocaciones han de dosificarse, so pena de diluirnos en el fracaso y la depresión.

A los 26 años, María Clara Labrador ya estaba hastiada de tanta intromisión. En algún momento perdió el timón sobre sus decisiones, quizá, para no herir la sensibilidad de la madre, los buenos amigos y todo el que se presentase bajo el antifaz del buen samaritano. Sin embargo, el desborde llegó justo el día de su cumpleaños, cuando respondió en inglés a una llamada en su teléfono móvil y corrió a su cuarto en busca de privacidad.
relaciones a distancia(Foto: Internet)

«Estuve conversando casi 20 minutos, y al regresar a la sala lo que encontré fue un tribunal de la Santa Inquisición. Pasaron unos minutos hasta que, por fin, rompieron a blasfemar, y mi hermana solo podía decirme que cómo tuve el valor de engañarlos y negarles que tenía un novio extranjero. Y no, aún no estaba con Stephen, solo éramos amigos: el noviazgo comenzó meses después, y luego vino a Cuba para proponerme matrimonio.

«Yo creo que nadie confió en mi relación hasta que no me vieron con el traje blanco, pues las personas nos dejamos agriar fácilmente por los prejuicios. El asumir riesgos es inherente a la naturaleza humana, y esforzarnos por defender lo que queremos y nos hace felices constituye la primera prueba de que estamos madurando».

No todas las historias siguen los mismos rumbos. Marlon Risco León hoy se declara inmune a ese tipo de traspiés, aunque parafrasea a Buena Fe, «porque en materia de amor, nunca debemos decir nunca».
caricatura martirena relaciones a distancia(Ilustración: Martirena)
«Intenté mantener una relación a distancia, ya que mi anterior novia fue a estudiar Lengua Alemana en La Habana, y a pesar de que ni siquiera llevábamos seis meses juntos, coincidimos en que valía la pena apostar por lo nuestro. El error fue mío, que no reconocí a tiempo mi incapacidad para tolerar que no tuviera control alguno sobre ella.
«Comencé a viajar en botella o lo que fuera, y con ello descuidé mi trabajo; le exigía que viniera los fines de semana alternos, aun cuando sabía que tenía exámenes y que no la dejaría estudiar, o me volvía loco al imaginarla en medio de la vida universitaria, llena de festivales, conciertos y fiestas. Mi mamá me dijo un día: “para, que no te soportas ni a ti mismo, así que no la obligues a vivir para complacerte”.
«La tensión y el agotamiento acumulados nos alejaron definitivamente, y esos son los golpes que te enseñan. Hoy reconozco que no podría estar con alguien a quien no pueda ver o besar todos los días. Las parejas necesitan mantener el roce, ya que es la única forma de crear vínculos reales. Algunos lo verán como una visión retrógrada, pero no hay chat ni llamada Imo que te de la medida de la realidad, o que suplante el valor de una conversación cara a cara».

Criterios que aplauden o apedrean; gente dispuesta a devorar kilómetros o reacia a compartir la almohada solo de vez en vez. El enamoramiento y la confianza penden de finas hebras, y si la intimidad se resiente sobre la misma cama, imaginen los efectos de la distancia y la carga de obsesiones que supone.

Sin embargo, la última palabra la trazará el futuro. Quedan abiertas estas líneas a las experiencias de la ciencia, de hombres y de mujeres, y si aún persistiera el escepticismo, recuerden una verdad elemental: fuera del agua, todos los peces nadan bien.

De Penélopes y Romeos

La literatura y el cine no han logrado prescindir de los amores épicos y los besos imposibles. Guerras, matrimonios por conveniencia y disputas patriarcales constituyen la clásica triada del disgusto; no obstante, algunos todavía se persignan frente al «disparate» de querer por raticos, y no le encuentran ni pizca de franqueza a un romance cuya única satisfacción reside en la mente.

Desde Remedios, y con 69 años sobre este mundo, Marta Sánchez nos envía su criterio.
«Según mi perspectiva, puedes mantener una relación a distancia siempre y cuando sea para experimentar algo novedoso, pero la posibilidad de que fructifique en un futuro, no me parece factible en lo absoluto. Las relaciones están basadas en la cercanía, porque las personas tenemos la necesidad de que se nos apoye con un abrazo, un gesto bonito o un beso. En la convivencia diaria tienes el termómetro de cualquier pareja, tanto para medir el amor como la química, el sexo y el funcionamiento de la familia. Si existe algo diferente quisiera saberlo, ya que, a pesar de mi edad, aún me gusta aprender y, sobre todo, de la juventud».

El sexólogo y psicólogo español José Bustamante Bellmunt, secretario general de la Asociación Española de Especialistas en Sexología y autor del libro ¿En qué piensan los hombres?, plantea que la mayor ventaja de las relaciones a distancia radica en su valor para prolongar la fase de enamoramiento y estimular el interés y la nostalgia por la pareja, además de que ayudan a valorar mucho más al otro.

relaciones a distancia(Foto: Internet)
«Cuando se dan los encuentros, estos gozan de un mayor tiempo de calidad. Las parejas tienden a exprimir al máximo esos días llenándolos de buenos momentos, de relaciones sexuales apasionadas y de “te quieros” y “te echaré de menos”. Damos lo mejor de nosotros.
«Tenemos que plantearnos si queremos vivir esa experiencia o si es mejor dejar la relación antes de engancharnos y pasarlo mal cuando sabemos que no es el tipo de relación que queremos. Si, por el contrario, se decide aventurarse a empezar una historia, debemos saber que perdemos el cariño constante, el abrazo, la rutina, la cotidianeidad o el mantener una relación también con los amigos».

La revista Journal of Communication publicó a mediados del 2013 un estudio conjunto de la investigadora Crystal Jiang, de la Universidad de Hong Kong, en China, y el profesor Jeffrey Hancock, de la Universidad Cornell, en los Estados Unidos. Tras varios meses de investigación en ambos países, los autores arribaron a la conclusión de que las relaciones a distancia pueden ser, incluso, más exitosas que las convencionales.

Al basarse en parámetros tales como el tipo de noviazgo, el nivel de confianza y las formas más usuales que empleaban para comunicarse, Jiang y Hancock lograron establecer que, en comparación con quienes convivían diariamente, el grado de intimidad de los que se mantenían separados resultaba bastante superior.

«Te esfuerzas más por conocer a tu pareja e idealizas sus conductas al no tenerla cerca, dos tendencias que se manifiestan cuando se comunican en medios basados en mensajes de texto o correos electrónicos, ya que intentas superar las barreras de estos medios. En definitiva, las parejas se esfuerzan por comunicarse más y conseguir, así, un mayor efecto de intimidad».

Deivis Santos Moya, de 37 años, no es de los que mira con buenos ojos la tendencia del ciberamor.
«¿Qué te dice una foto sobre el carácter de alguien? ¿Cómo sabes si te gustará hacer el amor con una mujer a la que ni siquiera has tocado? Las relaciones son una ruleta rusa, y es vedad que, tras 20 años juntos, muchos matrimonios han sufrido desilusiones y engaños de todo tipo; sin embargo, inclino la balanza por la comunicación directa. No me parece normal perderme el día a día de la persona que quieres, ni estar ausente lo mismo en los buenos momentos que en los malos».

relaciones a distancia(Foto: Internet)

Aimée Pérez Rojas nos ofrece su visión desde una posición más práctica que tradicionalista.
«Mi esposo es dependiente en Cayo Santa María, y entre el turno de trabajo y las seis horas que viaja todos los días, apenas nos quedan unas nueve horas para vernos, incluido el horario de sueño. Yo soy peluquera, también tengo un negocio que atender, o sea, no me puedo quedar en la casa hasta que se despierte. Esto es muy parecido a una relación a distancia, ya que ambos le tenemos que robar tiempo al descanso y a nuestras obligaciones si queremos pasar un rato juntos. Sin embargo, no me quejo: esperarlo me motiva mucho y hace que cada segundo valga el doble. Eso sí, las cosas solo funcionan si le ponemos esfuerzo y ganas, lo cual es válido para cualquier pareja».

La madrileña Beatriz de Vicente, una de las principales especialistas de la página digital Psicólogo Online, maneja un concepto diferente, pero muy conclusivo, sobre dicha problemática.

«En cualquier relación, el pensamiento previo que se tenga acerca de la pareja, la manera de encajar altibajos o golpes emocionales, y la manera de afrontarlos y superarlos, hace que al final una relación tenga éxito o no.

«El pensamiento que se debe adoptar como forma de rutina diaria es que se está trabajando por uno mismo y por la pareja, teniendo en cuenta que en algún momento la distancia se va a acortar, y que alguno de los dos tendrá que ceder para comenzar una relación de convivencia y cercanía, orientada hacia el futuro en común, ya que las relaciones a distancia no pueden ser infinitas».

La búsqueda del amor y el compromiso constituye una de las más hermosas misiones del ser humano, pero los caminos que elegimos no son siempre los sencillos. En demasiadas ocasiones, la distancia nace bajo el mismo techo y enfría el corazón; en otras, sentimos que nos llevan de la mano, así nos separe un continente.

Me uno al gran Neruda y a la inmortalidad de sus versos: ¿Sufre más aquél que espera que aquél que nunca esperó a nadie?

La felicidad que logremos construir será el único medidor justo para responderle al poeta.

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