Allí, en el seno de la familia
Cienfuegos – Gorrieran, en el capitalino barrio de Lawton, nació nuestro
Camilo, el seis de febrero de 1932, un muchacho delgaducho y espigado,
solidario hasta los huesos con sus compañeros de menos recursos
económicos en el aula y en la escuela, así se concibió pues compartía la
merienda con quien más lo necesitaba.
Desde muy pequeño conoció de las
injusticias cometidas por la dictadura imperante que desangraba al país,
por eso no vaciló y en su temprana juventud, y Camilo se sumó a las
batallas de los cubanos por obtener su liberación definitiva y alcanzar
las ansiadas conquistas por las que se luchaba desde 1868.
Se sumó a las contiendas estudiantiles
contra la dictadura batistiana en el 1954. Un año después, en el 1955,
fue herido en una protesta y fue fichado por los esbirros de la tiranía,
porque lo que tuvo que marchar al exterior.
A partir de entonces “Camilo fue el
compañero de mil batallas, el hombre de confianza de Fidel Castro en los
momentos difíciles de la guerra, el luchador abnegado que hizo siempre
del sacrificio una bandera poderosa para templar su carácter y forjar el
de la tropa, según dijera el Che.
Así a fuerza de valentía, de desenfado y
arrojo, se ganó al fragor de la contienda numerosos epítetos que lo
inmortalizan generación tras generación de cubanos, Camilo fue y será
siempre “El Señor de la Vanguardia, el de la sonrisa amplia hasta en los
momentos más difíciles de la guerra, el Héroe de Yaguajay, por su
entereza en la toma del cuartel en esa ciudad, una de las fortalezas que
quedaban de la tiranía en el centro-norte de Cuba.
Ya suman 84 años de su nacimiento y cada
febrero llega con su impronta de guerrillero indomable, se detiene el
tiempo y lo vemos en el colorido amanecer que refleja la risa de los
niños, en el azulado atardecer de una montaña, en la verde pradera
cubierta de rocío, y en el despeinarse de una palmera al sol abrasador.
Suman 84 años de su natalicio y no está
entre los que han disfrutado las bondades que trajo el triunfo de enero,
sin embargo Cuba siente que no se ha ido, que en cada despertar por
difícil que haya sido el camino hasta aquí, sigue con su sombrero alón y
con su inigualable sonrisa asegurando que “vamos bien”.
Entre la juventud que hoy lleva en sus
manos el preciado tesoro de continuar la obra emprendida por Camilo y
los de su generación, no menguan aquella palabras de su compañero
entrañable, Ernesto Che Guevara cuando dijo: “Camilo era Camilo, señor de la vanguardia, guerrillero completo que se imponía por esa guerra con colorido que sabía hacer’.
O aquella otra frase de Fidel Castro, que sintetiza lo que ha
representado El señor de la Vanguardia para cubanos y cubanas en cada
época…: en el pueblo hay muchos Camilo”.
Por eso a la distancia de los 84 años de
su natalicio, cuando creamos que el camino se hace largo y tortuoso
pensemos en Camilo, en su ejemplo, pensemos en el cubano extraordinario
que entró a la historia, sin perder la fe, ni la ternura, esa fe que hoy
mantiene el pueblo cubano, ese pueblo que cada minuto está empeñado y
comprometido para que perdure su historia y hacer valederas, ante los
peligros que asechen, su reafirmación inolvidables de los versos de
Bonifacio Birne, que enarbolara en su última alocución al pueblo: “Si
deshecha en menudos pedazo llega a ser mi bandera algún día, nuestros
muertos alzando los brazos la sabrán defender todavía..”
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