viernes, 5 de febrero de 2016

Camilo era Camilo

Por Ana Hernández Hernández (Guajiritasoy)
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Allí, en el seno de la familia Cienfuegos – Gorrieran, en el capitalino barrio de Lawton, nació nuestro Camilo, el seis de febrero de 1932, un muchacho delgaducho y espigado, solidario hasta los huesos con sus compañeros de menos recursos económicos en el aula y en la escuela, así se concibió pues compartía la merienda con quien más lo necesitaba.

Desde muy pequeño conoció de las injusticias cometidas por la dictadura imperante que desangraba al país, por eso no vaciló y en su temprana juventud, y Camilo se sumó a las batallas de los cubanos por obtener su liberación definitiva y alcanzar las ansiadas conquistas por las que se luchaba desde 1868.

Se sumó a las contiendas estudiantiles contra la dictadura batistiana en el 1954. Un año después, en el 1955, fue herido en una protesta y fue fichado por los esbirros de la tiranía, porque lo que tuvo que marchar al exterior.

En Nueva York conoció de las ideas y metas de Fidel Castro y decidió viajar a México, donde se incorporó a la expedición organizada para recomenzar la lucha en su patria. Camilo formó parte de los 82 expedicionarios que arribaron a costas cubanas a bordo del yate Granma.

A partir de entonces “Camilo fue el compañero de mil batallas, el hombre de confianza de Fidel Castro en los momentos difíciles de la guerra, el luchador abnegado que hizo siempre del sacrificio una bandera poderosa para templar su carácter y forjar el de la tropa, según dijera el Che.

Así a fuerza de valentía, de desenfado y arrojo, se ganó al fragor de la contienda numerosos epítetos que lo inmortalizan generación tras generación de cubanos, Camilo fue y será siempre “El Señor de la Vanguardia, el de la sonrisa amplia hasta en los momentos más difíciles de la guerra, el Héroe de Yaguajay, por su entereza en la toma del cuartel en esa ciudad, una de las fortalezas que quedaban de la tiranía en el centro-norte de Cuba.

Ya suman 84 años de su nacimiento y cada febrero llega con su impronta de guerrillero indomable, se detiene el tiempo y lo vemos en el colorido amanecer que refleja la risa de los niños, en el azulado atardecer de una montaña, en la verde pradera cubierta de rocío, y en el despeinarse de una palmera al sol abrasador.

Suman 84 años de su natalicio y no está entre los que han disfrutado las bondades que trajo el triunfo de enero, sin embargo Cuba siente que no se ha ido, que en cada despertar por difícil que haya sido el camino hasta aquí, sigue con su sombrero alón y con su inigualable sonrisa asegurando que “vamos bien”.

Entre la juventud que hoy lleva en sus manos el preciado tesoro de continuar la obra emprendida por Camilo y los de su generación, no menguan aquella palabras de su compañero entrañable, Ernesto Che Guevara cuando dijo: “Camilo era Camilo, señor de la vanguardia, guerrillero completo que se imponía por esa guerra con colorido que sabía hacer’. O aquella otra frase de Fidel Castro, que sintetiza lo que ha representado El señor de la Vanguardia para cubanos y cubanas en cada época…: en el pueblo hay muchos Camilo”.


Por eso a la distancia de los 84 años de su natalicio, cuando creamos que el camino se hace largo y tortuoso pensemos en Camilo, en su ejemplo, pensemos en el cubano extraordinario que entró a la historia, sin perder la fe, ni la ternura, esa fe que hoy mantiene el pueblo cubano, ese pueblo que cada minuto está empeñado y comprometido para que perdure su historia y hacer valederas, ante los peligros que asechen, su reafirmación inolvidables de los versos de Bonifacio Birne, que enarbolara en su última alocución al pueblo: “Si deshecha en menudos pedazo llega a ser mi bandera algún día, nuestros muertos alzando los brazos la sabrán defender todavía..”

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