martes, 16 de febrero de 2016

Los tractores estadounidenses que empujan contra el bloqueo

 WASHINGTON.—Sin apenas tocar tierras cubanas, los tractores de la compañía estadounidense Cleber LLC ya aran en la opinión pú­blica internacional y las relaciones entre Washington y La Habana.
Esta pequeña compañía fundada el año pasado por un hombre de negocios de origen cubano, Saul Berenthal, y un norteamericano, Horace Clemmons, busca llevarse la arrancada del deshielo del Estrecho de la Florida y ser la primera em­pre­sa en instalarse en la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM), el proyecto de infraestructura e inversiones más im­por­tante de Cuba en estos momentos.
Y hace poco Cleber LLC, con sede en Alabama, dio un paso que la pone un poco más cerca de sus objetivos.
La Oficina de Control de Activos Extranjeros, una de las entidades que maneja bajo cuatro llaves el comercio norteamericano con Cuba, le otorgó la semana pasada una inédita licencia para montar una planta con la que piensan producir anualmente hasta 1 000 tractores de pequeño porte.
Antes habían conseguido el permiso del Departamento de Comercio, que junto al del Tesoro son los que gestionan las principales medidas ejecutivas de la administración de Barack Obama para cambiar la aplicación de algunos aspectos del bloqueo, que aún se mantiene en pleno vigor.
Cleber presentó el año pasado la ficha preliminar de su proyecto ante la Oficina de la ZEDM y fue bien acogida.
Tras cerca de nueve meses esperando la respuesta de las autoridades norteamericanas, ahora puede iniciar los trámites establecidos para instalarse en esa Zona Especial de Desarrollo, donde ya están ubicadas empresas de México, Brasil y España y que cuenta con cientos de solicitudes de diversas partes del mundo.
Pero si algo no le ha faltado a Horace Clemmons y Saul Beren­thal para estar al frente de gigantes de la industria norteamericana es voluntad.
Según la AP, los fundadores de Cleber se conocieron cuando trabajaron en IBM en la década de 1970. Los dos dejaron la compañía para formar una exitosa empresa de software para máquinas registradoras que llegó a ganar 30 millones de dólares al año y que vendieron en 1995.
Su proyecto actual consiste en ensamblar piezas disponibles de forma comercial para fabricar un tractor de 25 caballos, duradero y de fácil mantenimiento, que se venderá por menos de 10 000 dólares, según los propios fundadores.
“Todo el mundo quiere ir a Cuba a vender algo, pero noso­tros no intentamos hacer eso. Estudiamos el problema y cómo ayudar a Cuba a resolver los problemas que ellos consideran que son los más importantes de resolver”, dijo Clemmons a la agencia AP después de recibir el permiso de la OFAC.
Cleber trajo hasta la pasada Feria Internacional de La Habana un modelo funcional de su Oggún o “tractor caballo de hierro”, un equipo económico pero potente con el que esperan llegar a los pequeños y medianos productores de la Isla.
Clemmons, al pie del Oggún, le explicó entonces a este diario que se trata de una actualización de un modelo del siglo pasado, con el que muchas granjas estadounidenses lograron la transición hacia la producción moderna y que creen sería muy eficiente en las condiciones actuales de la agricultura cubana.
La compañía tiene concepto abierto del sistema de propiedad intelectual y está interesada en la participación de especialistas cubanos en la mejora de su tractor o el diseño de nuevas maquinarias que puedan funcionar con la misma base.
Además piensan publicar todos los planos en Internet para permitir que sus clientes cubanos y de otros lugares puedan reparar los equipos con más facilidad.
Más allá de si un día sea común ver los “caballos de hierro” de Cleber en los campos cubanos, su historia es una prueba del fértil terreno de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba y de los obstáculos que aún impone el bloqueo.

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